UN SIMULACRO PERVERSO
La cosa está así: la corrupción está en todas partes, es característica de nuestra cultura y esto permea hasta en nuestras profesiones más nobles como la medicina, la docencia y la psicología. En esta última el intrusismo[1] es francamente descarado, hay abogados, contadores, ingenieros, matemáticos, médicos sin especialización, diseñadores, lingüistas, escritores sin oficio, comunicadores, todos ellos dando consejos psicológicos, cursos de empoderamiento y hasta consejería. Esto siempre amparado bajo la tramposa denominación de coaching, la que dicen es la profesión que "te llevará a realizar tus sueños y los de las demás personas". Una frase así no es creíble en términos de pensamiento crítico y argumentativo y sin embargo es creída por mucha gente que ha decidido prescindir de tales atributos. De esto ha hablado ampliamente Héctor Cerezo en sus artículos para Milenio.
Y esta es la nota dominante de esta pseudo profesión, la tacho así por no contar con un método de actuación que realmente le pertenezca, no cuenta con marco epistemológico ni teórico que garantice que lo que se plantea sea efectivo, y aunque algunos digan que sí lo es, seguro se trata de ajustes mentales en un intento de superar la disonancia cognitiva que la falta de resultados reales genera.
El tipo de frases como "si lo crees lo creas" o "si está fuera de tu mente está fuera de tu experiencia" o "atraemos lo que tenemos", pueden quedar bien como frases de algún maestro Jedi, que se trata mera ficción, pero no quedan en contextos reales donde las necesidades humanas apremian a la acción, a la búsqueda de soluciones. La pobreza, la injusticia, la inseguridad y otras calamidades sociales demandan respuestas concretas, pragmáticas y no meras frases de filosofía barata o sacadas de contexto por los merolicos de la superación personal.
Dice Edgar Cabanas (2012 y 2013) que la fe seglar del hombre moderno se ha replegado sobre la autorrealización, el crecimiento personal y la búsqueda de la propia felicidad; es decir, sobre sí mismo, pero la vida es mucho más complicada que un "sonríe y la fuerza estará contigo", la felicidad es una construcción social, como plantean Rodríguez e Yter (2016), y cada quien la entiende diferente, así que no existen recetas para obtenerla y las actitudes positivas son buenas si el componente conductual se orienta a la resolución razonada de problemas y no solo a la vaga idea de "todo cuanto te sucede es una lección que te da la vida" o "las cosas pasan por algo", esto es más bien un intento para que la gente no busque más allá de su nariz, para que no encuentre la causas estructurales de la infelicidad y pensemos que la solución está en uno mismo cuando en realidad se encuentra en el análisis correcto de la realidad y de la organización colectiva para generar la sinergia necesaria que pueda dar lugar a cambios significativos en nuestros entornos vitales. Es como si la agenda oculta de estos programas de entrenamiento fuera la multiplicación de personas desarraigadas de su condición existencial de seres indigentes que necesitan unos de otros, como si se pretendiera arrancar la conciencia crítica a través del adoctrinamiento y la domesticación.
Mientras se siga fomentando la idea de que el pobre es pobre porque quiere, discurso que estudia la Doctora Bayón (2015), que el cambio empieza por uno mismo, idea que no es del todo errada pero está incompleta, se oculta la verdad del malestar y la descomposición social que está experimentando nuestra sociedad. Mientras los coaches, los entrenadores mentales, mentores y consultores sin formación de base en la psicología pretendan dar soluciones dizque psicológicas a los problemas cotidianos de la gente sin considerar la realidad social y las problemáticas de índole económica y política, se estará engañando al cliente buscador de una mejoría en su vida.
Ahora, recordemos que la cultura, y en ella el lenguaje, acondiciona y estructura nuestros procesos perceptuales, influenciando los estímulos que recibimos y la interpretación que le damos a éstos (Samovar, Porter y Jaín, 1988), y según Steinberg (1981) el lenguaje no sólo es importante en el intercambio de información, sino que ajusta las actitudes y percepciones culturales.
Una de las grandes trampas de estos sistemas de entrenamiento es el manejo del lenguaje ya que cambian los significados de las palabras de uso común, tergiversan los conceptos para hacerlos encajar en sus preceptos, pretenden hacer creer que sus orígenes están en la filosofías clásicas y repiten los mismos proverbios y máximas, siempre fuera de contexto, sin embargo creo que lo más grave de eso es la barbarización del idioma, una verdadera colonización de nuestra forma de hablar con términos que tienen traducción exacta en español pero por cuestiones mercadológicas se usan de forma indiscriminada las palabras de otro idioma, en inglés principalmente.
Así tenemos "coach" por entrenador, "workshop" por taller, "másterclass", "webinar", "branding", "marketing", "networking", “coworking”, “copywriting” y demás términos anglosajones que nos pretenden introducir en el mundo de la capacitación laboral tal y como la entienden las tendencias neoliberales y los modelos de desarrollo de competencias como el planteado por Delors (1997) ante la UNESCO para la educación y que impone el banco mundial a los países de Latinoamérica. Y pareciera que existe un acuerdo tácito entre los que ofertan cursos de empoderamiento vía coaching y los organismos internacionales que pretenden liberar de una vez por todas los mercados internacionales, sin restricción de ningún tipo, para ser más competitivo (entiéndase: productivo y empleable), para hacer a un lado los colectivos que entorpecen el desarrollo de estos mercados, quitar obligaciones onerosas y dejar a los trabajadores a merced de la libre demanda, convertidos en capital humano, intercambiable por dinero, vida y fuerza de trabajo les será extraída hasta que ya no puedan más pues uno del hombres más ricos del mundo (Carlos Slim) ya ha propuesto que la edad de jubilación debería extenderse hasta los 75 años, como se deja ver en diferentes diarios de circulación nacional e internacional como El País, El Financiero, etc..
Otro aspecto idiomático con el que se pretende vender "hielo a los esquimales" es el uso indiscriminado del prefijo "neuro", extrapolado desde el campo de la medicina hasta las áreas más variopintas como la educación, la mercadotecnia y hasta la odontología. Usos desmedidos que trivializan el estudio serio de la neurología y la neuropsicología pero con los que pretenden simular un carácter científico que en realidad no tienen. Surge el "neuromarketing", la "neurodidáctica", la sugestiva "neuroeducación", el "neuromanagement" y hasta se ponen creativos y confeccionan sus propios términos como "neuroevolución".y “neurooratoria” Así surgen personajes como Jurgen Klarik que se autodenomina el paladín de las ventas y la educación, que elabora un discurso suficientemente convincente para quienes están desilusionados de la educación oficial, pero en el fondo solo es demagogia, decir lo que los demás quieren escuchar y llenarse los bolsillos. El fin siempre será el mismo: obtener dinero a costa de la ignorancia y las carencias emocionales de las personas, hacerles creer que solo es cuestión de actitud y que no hace falta comprender el contexto ni actuar sobre él.
Y es en este sentido donde la colonización mental y del lenguaje se lleva a cabo, como bien apunta Carrasco, citando a Cris Pratt (1981), se nos despoja de la historia y de nuestra historia, se nos provoca amnesia para que creamos que quienes nos han despojado son nuestros amigos. Se nos induce a participar activamente en la cultura del individualismo a ultranza, de la superación personal que en realidad es conformismo disfrazado de esfuerzo para tener una vida cómoda y esforzarse solo en beneficio propio.
Esta situación consta de dos personajes principales aparentes: un incauto que se deja engañar, que se convierte en un engrane más de la máquina y que será desechado cuando ya no sea útil o competente; y un embaucador, siervo leal del sistema que se hace llamar coach o mentor o entrenador, la trampa sutil de encanto y carisma, a quienes los primeros llaman guía, maestro, sensei, mesías salvador. Pero en realidad los verdaderos personajes son colectivos y abstractos, son el pueblo al que se quiere desangrar y arrebatar una tierra llena de recursos y posibilidades y un sistema rabioso que quiere perpetuarse, pero necesita víctimas propiciatorias y muchos recursos humanos, naturales y materiales para poder venderlos al mejor postor.
Esta colonización del lenguaje implica una más grave colonización del pensamiento, de la manera en la que vemos e interpretamos el mundo que nos rodea, de la forma en la que filtramos la información y construimos nuestra identidad y nuestra cultura, para confirmar realidades que se ajusten a nuestros patrones de pensamiento, los cuales se ven reflejados en nuestra forma de hablar, y el habla que refuerza tales patrones generando un círculo de alienación lingüística y la perversión de los símbolos con los que representamos y actuamos sobre la realidad. Por eso López Quintás (1987) nos advierte de las maneras en las que el lenguaje se utiliza para manipular a los colectivos humanos.
A mí parecer, se trata de acciones al servicio de las élites políticas y económicas, no es la inocente intención de ayudar a quienes se encuentran emocionalmente confundidos, es un engaño para que accedamos gustosos a darles nuestros ahorros, nuestra libertad y nuestra dignidad.
Reforzando esta situación de carácter estructural se suma el efecto que las crisis sociales y la reducción del estado de bienestar[2] que mencionan Moya y colaboradores, generan entre las personas, quienes sólo buscan la tranquilidad y la felicidad prometidas por décadas por los programas de gobierno y la publicidad de los medios, colmando los niveles de hartazgo de la gran mayoría, que ya no cree y vive desesperanzada y desesperada, viven en una actitud generalizada de expectativa por alguien que aporte soluciones definitivas a la insatisfacción producida por una sociedad de consumo que solo ofrece pero nunca cumple y ahonda el vacío existencial de la personas. Y que la gente recurra a soluciones fáciles para evitar la tristeza y la frustración, que se deje apantallar por conceptos manipulados y les gusten las recetas que prometen volverlos más abundantes se debe, de alguna manera a la proliferación de los entrenamientos de vida y esquemas de adoctrinamiento similares encasillados en el término "coaching".
Podríamos culpar a los promotores de tales cursos de la liviandad en el pensamiento contemporáneo en nuestra realidad social. Podríamos plantearlo así mas no de la forma en que puede sonar, se podría decir “coaching”, pero para ser más exactos, la causa es la tendencia de las personas a simplificar las cosas, a dar recetas de cocina, a decir que si eres de tal tipo de personalidad seguro te gustará x, o aprenderás mejor con los métodos y. La verdad que todo aquello que prescinda de una investigación profunda, planteamiento crítico de los problemas, hipótesis correctamente elaboradas, variables bien identificadas, comprobaciones experimentales más que anecdóticas, será algo que quede en la superficie. Así que la culpa no es del coaching, mejor dicho, el coaching es culpa de la falta de todo esto que he explicado anteriormente.
El influjo cuasi-religioso que ejercen estos sistemas sobre la gente se hace posible por la ausencia del pensamiento crítico y por el desvalimiento social que nos conduce a una regresión emocional donde somos susceptibles a creer cualquier cosa que nos ofrezcan como escape del sinsentido, de la culpa existencial, de la fragilidad y de la soledad narcisista en los que el consumismo nos ha enjaulado, volviéndonos presas de nuestro propio apetito insaciable de experiencias y de mercancías. En este sentido se pueden entender a estos sistemas como doctrinarios, a sus clientes como seguidores y a sus proveedores como líderes sectarios. Muy bien planteó Rius (1999): se trata de un supermercado de sectas, en este caso de superación personal, pero sin dejar de lado el sesgo fascista de supremacismo y segregación. Si bien no se tratan de los grupos destructivos que plantea Silleta (2007), sí son grupos que son estafados por quienes prometen la felicidad y solo reparten placebos de corta duración. Pero esto daría para una discusión más profunda, pero por razones de unidad temática y practicidad dejaré para otro artículo.
La actual tendencia de la educación de facilitar una perspectiva competitiva e individualista, descontextualizada y fragmentada, más que crítica, colaborativa y orientada a una mejor comprensión de la problemática social para aportar soluciones efectivas, fomenta tal actitud acrítica y egoísta en la que se procura solo el bienestar individual, efímero y relativo, como bien lo planteara Enrique Rojas (2004), actitud activadora de la frustración que viene con la obsolescencia programada y, por ende, genera una sensación de carencia, así la mayoría de las personas buscan sin cesar, como Sisifos rodando sus piedras particulares, algo que les dé un consuelo perdurable, que nunca llega y por eso se vuelven tan ávidas de una palabra que las reconforte porque no son capaces de ver de qué ideología se desprende ese discurso consumista y asistencialista del desarrollo personal. Y dado que considerar a la gente como incapaz o indiferente a buscar soluciones más serias y efectivas es reducirla a seres individualistas y consumistas a quienes no les importa los que ocurre alrededor, dejando de lado las circunstancias estructurales y socio-históricas, porque estas visiones enajenantes implícitas en la filosofía del coaching y demás sistemas domesticadores nos inyectan su discurso con hipodérmica desde los medios de comunicación masiva, las redes sociales y, en última instancia ya, los púlpitos.
Ante la desesperación individual, pero diseminada en la mayoría de la población, el placebo surte sus efectos porque restringimos la capacidad crítica, porque queremos que surta efecto, como si fuera el último reducto de tranquilidad, como si pudiéramos regresar a la burbuja de la ingenuidad donde creer en las promesas de felicidad no era riesgoso porque nunca seríamos defraudados.
Alguna vez dialogando con una defensora de estas posturas de crecimiento personal y defensora de uno de sus gurús mediáticos que se ha vuelto popular por sus “frases matonas” me di cuenta que estas personas manejan un discurso circular en el que se basan en unas cuantas frases para rebatir argumentos sólidos y contestar todo tipo de preguntas, sin importar si las dudas quedan resueltas, como si por repetir hasta el cansancio esas jaculatorias se pudiera aportar paz a las atribuladas almas que no hayan cómo superar su angustia existencial o su crisis emocional o financiera. En este caso los estribillos que repetía eran “todo aporta”, “todo suma”.
Esta persona defendió con vehemencia su postura y afirmó que si un libro de autoayuda motiva a las personas a iniciar proceso terapéutico es algo que se debe apreciar y agradecer, porque hay quienes no tienen más empuje que ese. Y en esencia lo que plantea está bien y es acertado hasta cierto punto. Hasta aseguró que mi miedo era no ser tan influyente como eso y otros personajes, pero la verdad es que ya estaba montada en la postura de quien se ve cuestionado con argumentos válidos y todo lo lleva a su campo lingüístico para poder defenderse a gusto, pues mientras yo le pedía me explicara los fundamentos científicos del coaching, las certezas pragmáticas, los efectos comprobables y replicables, ella sólo me decía que todo aportaba y que yo tenía envidia profesional. Criticó todo tipo de señalamiento y lo asoció a la incapacidad de tener talento propio.
Todo esto refleja un sesgo cognitivo[3] de las personas que se han dejado imbuir por las ideas de una doctrina que no permite disentir con respecto a sus postulados y que exige adhesión total al curpus de sus enseñanzas, cual si se tratara de un culto con sus respectivos dogmas y misterios. Y aquí es donde se inserta el fanatismo de mentores y seguidores debido a la restricción racional que impone seguir recetas y ajustarse a plantillas de preguntas que dejan poco espacio para la creatividad, la flexibilidad y el pensamiento crítico.
Y en todo esto los psicólogos hemos sido cómplices silenciosos, en primer lugar porque nuestra formación tiene muchas lagunas, pues faltan elementos que nos permitan comprender el cuerpo teórico de ciencia tan basta, ahora se puede cursar la licenciatura de Psicología en tres años, tiempo insuficiente para adquirir el bagaje teórico básico que nos dé una idea general de lo que podemos hacer como profesionales de esta disciplina; en segundo lugar porque la ética es una matera secundaria en la formación y no se aplica de manera rigurosa o no se sancionan debidamente las transgresiones a nuestro código deontológico, así mucho actúan sin un marco orientativo sobre los que es permitido y lo que no; en tercer lugar porque, para ser más rentables, hemos coqueteado con los sistemas intrusos, buscando formaciones en Constelaciones Familiares o Neuro-educación[4] o Coaching de Vida, porque según complementan nuestra instrucción y nos aportan herramientas, así promovemos más lo que venden esos sistemas: placebos vistosos, efectistas y nada más, que nuestras propuestas metodológicas y epistemológicas.
Y los que tratamos de no caer en estas trampas, quienes nos hemos preparado dentro del campo de la psicología formal, los que buscamos aportar a la gente marcos de referencia y de actuación racionales, fuera de los causes del pensamiento mágico y la charlatanería no hemos conseguido de manera muy efectiva promover nuestro trabajo y nuestra v9isió aséptica, libre de contaminaciones místicas, porque no se trata de imponer sino de convencer con argumentos válidos y verdaderos, usando la vía de la razón, porque la puerta de entrada al fanatismo es lo emocional.
Creo que los psicólogos nos quedamos cortos en mercadotecnia, pues pensamos que no es necesario meter hasta por el ombligo la idea de los beneficios de lo que hacemos, no hacemos bulla como los otros y como a la mayoría de la gente le gusta el mitote, la sesiones de lágrimas y risas, los apapachos de mamás postizas autoasignadas, las frases matonas y las ideas del más puro pensamiento mágico pues vendemos menos la idea de los beneficios de nuestra disciplina. Y todo esto porque la psicología es seria y no le hace a la faranduleada y los que sí le hacen es porque están en el lado equivocado. Como vivimos en una sociedad medios, y somos una sociedad de masas, y compramos como sociedad de consumo y se nos está imponiendo una sociedad de conocimiento, entonces los medios electrónicos y digitales filtran el conocimiento que más les conviene a los grupos dominantes para que las masas consuman sin mediar crítica alguna. Es un movimiento político porque pretende la dominación de la ideología de esos grupos a costa de la utopía que nunca se alcanzará pero puede ayudarnos a caminar, como nos propone Eduardo Galeano, quien cita a Fernando Birri[5].
Si analizamos bien el trasfondo de todas ideas que proponen los grupos de coaching coercitivo y hasta las ideas del ontológico y transformacional, hablan de un individualismo y de una actitud que lo puede todo, cuando la realidad salta enfrente de estos postulados y les dice a las personas que no es así, que hay causas estructurales de la pobreza, que hay intereses de grupos para que las cosas se den tal y como se están presentando, incluso para esta ola de violencia que parece que no se va a acabar nunca, todo es parte de una estrategia de dominación de las masas: por un lado están los que nos meten terror y los que dicen que quieren acabar con él, por el otro están los que nos venden fantasías de princesas empoderadas, de frases matonas que suman al desarrollo de la persona para que sean más felices, siempre y cuando se construyan una burbuja donde la realidad no pase, procesos que te vuelven una persona de diez, siempre y cuando no te embarres en el fango del hambre y la desesperación, donde puedas mantener a salvo tu nicho de relaciones felices, de amigos que te aplauden y mencionan la clase de guerrero o guerrera que eres. Y todo el sombrerazo para justificar el poco contacto que se tiene con la realidad.
¿Y los psicólogos que hacemos? Observamos el fenómeno y hasta nos indignamos de cómo estos embustes favorecen a unos pocos, los privilegiados que pueden pagar estos entrenamientos, mientras que la gran mayoría se queda esperando las migajas de aquellos que han sido iluminados. Observamos y quisiéramos decirles a estas mayorías que no esperen las dádivas, que hay que trabajar en la propia autoestima, que hay que organizarse para que las instituciones no nos roben la dignidad que nos queda.
Los psicólogos hemos de acercarnos al fenómeno y darle una explicación para desarrollar intervenciones colectivas que nos devuelvan la conciencia social que nos apagó el individualismo a ultranza que generan estos programas de superación personal, ahora llamados de empoderamiento. Hemos de portarnos críticos, íntegros y hacer frente a los embates de todo el intrusismo profesional que pretende sacar provecho de la confusión mental y emocional que provocan las condiciones sociales y económicas del país. Hemos de mantenernos fieles a los principios de nuestra profesión, porque para eso estudiamos tan noble carrera.
BIBLIOGRAFÍA:
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REFERENCIAS:
[1] La fracción II del artículo 247 del Código de Defensa Social del Estado de Puebla dice a cerca del intrusismo: es la carencia del título legal para ejercer la profesión; ejercicio de actos propios de la misma profesión, y atribuirse el carácter de profesionista.
[2] Expresión acuñada por William Temple en 1945.
[3] Para saber más sobre el efecto de estos atajos en el proceso de conocimiento se puede consultar a: Concha, D., Bilbao, M., Gallardo, I., Paez, D. & Fresno, A. (2012, Junio 13). SESGOS COGNITIVOS Y SU RELACIÓN CON EL BIENESTAR SUBJETIVO. Salud & sociedad, Vaol. 3 Num. 2, pp. 115-129.
[4] Si te interesa ahondar en este punto puedes consultar los siguientes documentos:
Corredor, K. & Cárdenas, F. (2007, mayo-agosto). Neuro-«lo que sea» : inicio y auge de una pseudociencia para el siglo XXI. Revista Latinoamericana de Psicología, Vol. 49 Num. 2, pp. 89-90.
Fernández-Río, L. & Vilariño, M. (2016, mayo-agosto). MITOS DE LA PSICOLOGÍA POSITIVA: MANIOBRAS ENGAÑOSAS Y PSEUDOCIENCIA. Papeles del Psicólogo, Vol. 37 Num. 2, pp. 134-142.
[5] Ella está en el horizonte.
Me acerco dos pasos,
ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte
se corre diez pasos más para allá.
Por mucho que camine,
nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve la Utopía?
Para eso sirve: Para caminar.