LIDERAZGO EN ESTOS TIEMPOS
- Psic. Valentín Pineda Gómez.
- 24 jul 2017
- 4 Min. de lectura
Estamos en una época en la que todo se debe dar de forma rápida, sometidos al régimen de tiempos y movimientos, la era del micro-ondas, la tecnología de posicionador local y la comunicación digital; vivir sin estos aditamentos es casi impensable. El “Chat” y sus comunidades están supliendo las relaciones cara a cara, para ver la naturaleza se prefiere ir a ver una película a los cines que cuentan con pantalla IMAX, pocas personas se van de campamento para estar en contacto directo con la naturaleza. Estamos viviendo un pobre ensayo de vida, una vana ilusión de poderío y grandeza, y este imperio de silicón tiene bases más inestables que los de la antigüedad. Todo es de tipo “kleenex”, de úsese y tírese, y así los valores se intercambian y ponen de moda según los modelos propuestos en los medios de “desinformación”. Inmersa en placeres totalmente egoístas la gente se pierde, se evade de la realidad, de las responsabilidades más importantes. Algunos ponen de pretexto el trabajo, el deber bien visto por la sociedad y así se desentienden de lo más vital y verdaderamente constructivo para ser humanos, que es el descubrimiento de sí mismo y de la misión en la vida. Estamos siendo afectados por el síndrome de los “hombres de gris”, le estamos perdiendo el sabor a las cosas sencillas de la vida, todo en aras de una mayor productividad, de ser competitivos, de tener los mejores puestos, de la fama y el prestigio. La vida se pasa en blanco, se agota el sentido, se pierde la esperanza de que todo pueda ser de otra forma y se instala el cinismo en cada persona. La confusión es la nota dominante de estos tiempos, por lo cual es tan fácil que los mercaderes del placer y los promotores de la muerte lenta rematen este proceso de distorsión empujando a los jóvenes a cualquier tipo de conducta adictiva: ver en exceso la televisión, pasar la mitad del día frente a la computadora, tal vez en el ciber-espacio, y claro, las drogas, el alcohol y el tabaco. Los valores son endebles, como dije anteriormente, intercambiables; son algo que se pone en papel pero brillan por su ausencia, muchas instituciones se abanderan con ellos, pero los ultrajan de una forma vil y sanguinaria. Y con todo esto estamos a punto de llegar a la “barrera cero”, al punto de no regreso, a la incivilización institucionalizada, nos estamos volviendo más salvajes que los pueblos que llamamos primitivos, los cuales seguramente tienen soluciones para acabar con esta destrucción global, pero los oídos de occidente se han cerrado por propia voluntad. El hombre de hoy tiene vocación de suicida, no se percata que destruyendo al que está a lado se autodestruye, que violando lo más valioso se viola a sí mismo; pero lo importante es hacer crecer el capital, fortificar los imperios y, sobre todo, imponer el punto de vista personal sobre todos los demás. Es importante comprender que los valores han sido tergiversados, la honradez y la lealtad traicionadas; la sociedad postmoderna, donde lo mejor del hombre ha sido trastocado y canjeado por intereses económicos, necesita hacer un alto y reflexionar seriamente sobre el papel que estamos jugando en este mundo, más precisamente: ¿qué es lo que estamos haciendo los adultos por rescatar estos valores, que son los que a fin de cuentas serán la salvación real de nuestra especie y el mundo en general? Hoy se habla de eficiencia y productividad en todo tipo de organizaciones, ya sean de productos o de servicios, lo importante es ser competitivo, ser más que los demás, eliminar la competencia, aumentar la calidad del producto a costa del detrimento físico y psicológico de los que lo hacen posible. Ante esta situación se requiere que la educación sea humana, no sólo una tendencia que apunta a un objetivo lejano, sino una forma de vivenciar las capacidades propias para Ser con un potencial que se auto-alimenta para cambiar y crecer. Pero esto no se puede dar si no se tienen bases firmes, y esto no son tanto los contenidos de las materias, que sí son necesarios para ser buenos profesionistas, pero la misión no llega hasta ahí porque somos más que eso; hablo de bases espirituales operacionalizadas en la práctica de los valores humanos, en actitudes congruentes con el principio universal del amor, que es el punto de partida y también debe ser el de llegada: alfa y omega. Los nuevos líderes, no importando en qué nivel realicen su labor ni la función específica que desempeñen, deben ser un alquimistas capaces de descubrir el oro que hay en cada uno de los lidereados, posibilitar que las impurezas que cubren la esencia divina que da vida y forma al ser humano; han de calentar el fuego de la reflexión del espíritu para enseñar la libertad, para que los demás no tengan miedo de volar tan alto como puedan imaginar. Somos nosotros, sobre todo, lo que necesitamos emprender este reto, formar seres humanos capaces de responder a las interrogantes que genera la sociedad contemporánea, sin perder esa esencia, gracias a la cual sabemos que existe un propósito para vivir esta vida. No es fácil generar un cambio de visión, pero si no hacemos algo la sociedad llegará a tal deterioro que palabras como bondad, agradecimiento, amor, serán desechadas del diccionario. Si todo sigue igual el mundo llegará al punto del colapso, de la destrucción total. Y no es que quiera ponerme apocalíptico, pero sin un verdadero vínculo con la fuente de Vida, ésta se escapará irremediablemente y nadie podrá hacer nada por evitar que así suceda. Hoy aún es tiempo para crear conciencia dentro de cada persona, para llamar la atención de los gobernantes y legisladores hacia estas cuestiones, para comprender que un poco de amor y compasión serán la piedra filosofal que hará de la humanidad lo que realmente es. Sólo la comprensión genera comprensión, y antes de exigirle a alguien más que entienda nuestro punto de vista, nosotros debemos colocarnos en los zapatos de los demás y desde esa perspectiva contemplar cómo se enriquece nuestra visión de la realidad. Solamente así se podrá ayudar a que el hombre sea realmente hombre y no el remedo que los medios de desinformación están generando.

Comments